La ceremonia del Adiós
En las pymes, los
primeros años son un contínuo aprendizaje. En algunas ocasiones, ese
aprendizaje es fantástico y, en otras, amargo. Un compañero del sector me
comentó que nuestras empresas son como niños menores de edad, a los que hay que
mimar y proteger. Me parece un símil muy adecuado. Así mismo, las personas que
dejamos de ser autónomos para ponemos al frente de empresas que van creciendo y
para tener una quincena de personas a nuestro cargo, pasamos por una formación
forzada en muchas facetas, también en recursos humanos.
En las pequeñas
organizaciones, sobre todo durante los primeros años, los finales de relación
contractual se viven de una forma dolorosa, sea por decisión de una u otra
parte. Cuando empiezas, seguramente das por sentado de que todo el mundo es
‘buena gente’. Sin embargo, un buen día te darás cuenta de que hay de todo en
la viña del señor. Y es normal y me parece muy interesante hablar un poco
alrededor de este tema.
Hablando con
clientes, he descubierto que cuanto mayor es la empresa, más regulado está el
sistema de contratación, así como el cese de la relación contractual. De hecho
en empresas grandes (más de 3.000 trabajadores) se aplica el principio
universal de personas a los empleados: hay personas muy trabajadoras, la
mayoría normales, pero también delincuentes, violadores, etc. Imaginad qué
festival gestionar una empresa con carácter universal en todo el mundo.
Particularmente,
cuando un despido o marcha de un trabajador es -digámoslo así- poco amistosa, es
de gran ayuda que las condiciones estén muy reguladas desde el principio de la
relación laboral. Y cada vez son más las empresas que me comentan que este
procedimiento hay que regularlo en el momento mismo del contrato, es decir, en
ese momento dulce en el que nace una relación contractual y se estipula que el
contrato es indefinido, que el sueldo es X o que existe un determinado horario.
Convendría también acordar cómo un trabajador tiene que indicar a la empresa
que se va o, en caso de utilizar material corporativo (portátiles, móviles,
etc.), qué tiene que devolver y cómo. De la misma forma, la empresa debería
especificar de antemano al trabajador qué pasos va a seguir el día que decida
prescindir de éste.
Así pues, me
parece muy acertado que todo esto quede regulado en el momento del contrato
para que nadie se lleve luego las manos a la cabeza cuando se le hace cumplir
la ley. Así mismo, en caso de que al nuevo trabajador no le gusten las
condiciones, puede contrastarlas y pedir las modificaciones oportunas, si las hay,
desde el primer momento y antes de empezar la relación contractual.
Por suerte, en
general la mayoría de trabajadores se van de buen rollo. Definitivamente es lo
mejor para todas las partes, tanto si se tiene un trabajo nuevo como si hay que
buscarlo. Además, en nuestro sector el paro es inexistente para los
profesionales que no son unos patanes.
Pero por
desgracia, también hay personas que se van de forma muy poco elegante,
eliminando su buzón de correo corporativo, hablando mal de la empresa, etc. Son
aquellas personas dolidas que no han sabido encajar su nuevo camino. A pesar de
ser los menos, siempre son los que más dan que pensar y los que más afectan con
su mal hacer, también en el momento de la marcha.
Siempre procuro
facilitar tanto la entrada como la salida, pues hay que intentar quedar bien
con la empresa en la que has estado. Nunca se sabe si algún día tendrás que
volver y no vale la pena enemistarse con nadie por 2 semanas o un mes. Me
parece que hay que evitar que un trabajador quede mal con su anterior empresa
por tener que marchar forzadamente en 15 días cuando, en realidad, igual está
en un cargo complejo y de difícil sustitución. Mejor dar un tiempo prudencial;
a la larga será lo mejor para todas las partes.
El otro día me
comentaba un colega del sector que cuando contrata a alguien siempre se fija en
las redes sociales del trabajador. Por ejemplo, me comentaba: “si en Linkedin
ves que está hablando y apoyando a sus diferentes empresas en las que haya trabajado,
es una persona comprometida. Si ves que simplemente habla de temas que nada
tienen que ver con quién le ha contratado, el compromiso y la implicación serán
muy pequeños”. Me dio que reflexionar y, evidentemente, habrán excepciones,
pero todos conocemos el valor de tener a alguien comprometido en la empresa y a
alguien que simplemente rellena el formulario.
Así pues, a pesar
de que me gusta confiar en la palabra de la gente y tener las mínimas trabas
administrativas, creo que es bueno que el procedimiento de entrada y salida en
la empresa queden reguladas para la mayor tranquilidad de todas las partes.
¿Qué opináis al
respecto? ¿Os parece adecuada esta reflexión o está fuera de lugar? Habladme
también de vuestras experiencias de entrada/salida a la empresa, ya sean buenas
o malas.
¡Hasta el próximo
post!
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